Hubo una persona que vio algo en mí, que sabía que algo especial había en mi interior.
Sabía que no era corriente, que era rara, diferente, especial o como quieras llamarlo, pero sabía que no era la típica chica de esa edad interesada sólo en moda, chicos y amigas.
Sabía que mi vida no se reducía a eso, tan sólo a primera vista.
Conversaciones y más conversaciones, horas de clase malgastadas hablando y conociéndonos; y hablando sobre gustos musicales, y sobre películas...
Él vio que era diferente, aunque no sabía por qué. Y se esforzó, se esforzó en superar todos los obstáculos y barreras que mi corazón, cerrado herméticamente, ponía.
Llegó a saber mis grandes preocupaciones y penas, se convirtió en mi amigo.
Mi primer amigo, y al que nunca voy a olvidar.
Pasaron los meses, y mi mejor amigo dejó de serlo, mi corazoncito estúpido empezó a sentir, algo que nunca habia ocurrido, empecé a encontrarle sentido a cada latido... y todo acabo mal.
¡Estupida yo, estúpidos sentimientos y estúpida mente!
Hoy, unos tres años después, se ha ido.
Y ya no me queda ni la más remota esperanza de volver a ser su motivo de alegría.
Te voy a echar de menos, amigo.
martes, 16 de febrero de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar