Las horas transcurren lentamente mientras intento recordar.
Recordar, algo que parece imposible.
Pienso en que un día lo tuve todo, y no lo supe apreciar, lo daba todo por hecho, como si aquella situación no pudiera cambiar jamás. Pero cambió, y fue como si derribaran el pilar principal de una casa, todo se vino abajo, era imposible sostenerse, todo se derrumbó, como si un débil castillo de naipes se tratara.
Y ahora , aproximadamente siete años después, intento recordar.
Recordar su sonrisa, su olor, su peculiar manera de arreglar las cosas, el orgullo que sentía hacia mi, el cariño que me tenía, todas las tardes que pase con ella...
Pero mi memoria no pone de su parte.
A veces la veo en algunos de mis gestos, de mis rasgos, de mis expresiones, y pienso ojalá fuera como ella fue, ¡Qué digo!, con ser la diezmilésima parte de lo que fue, me conformaría.
Recordar no es la palabra adecuada.
Puede que olvide como vestía, como hablaba, su voz, su olor, sus manías, su sonrisa, sus enfados... Puede que olvide cómo era, pero no quién era.
Cuando recordamos, damos por hecho que hemos olvidado un tiempo, pero yo a ti nunca te he olvidado, ni te olvidaré.
Porque te quiero beba.
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